La Salud en Cuba

Tuesday, September 26, 2006

Académico de EEUU aprecia profesionalidad de medicina cubana



El profesor William Stetson, de la Universidad de Southern, California, en Estados Unidos, aprecia el rigor y profesionalidad de los especialistas del sistema de salud en Cuba.

Protagonista de un programa de intercambio de experiencias en materia de ortopedia y traumatología con la Sociedad Cubana de esa modalidad, el académico dijo que el avance de la salud pública aquí se encuentra a la altura de cualquier país desarrollado.

"Desde mi humilde posición de médico y especialista haré todo lo que esté a mi alcance para levantar el injusto bloqueo que por más de 45 años pretende mantener alejados a nuestros pueblos, en Estados Unidos conozco de muchos profesionales que quieren venir a Cuba", señaló Stenson.

El ortopédico especializado en la artroscopía de hombro ha impartido numerosas conferencias y clases magistrales en el Complejo Internacional Ortopédico Frank País, que dirige el profesor Rodrigo Álvarez Cambras, desde su primera visita a Cuba en el año 2003.
"Ahora organizamos junto a la Sociedad Cubana de Ortopedia y Traumatología un Congreso Internacional fijado para efectuarse en Ciego de Ávila entre el 16 y 20 de octubre, en el que trataremos la artroscopía en un simposio con profesores cubanos y de otros países", señaló.

"Queremos aportar tecnología de punta, equipos necesarios para el desarrollo de la especialidad, los ortopédicos cubanos gozan de prestigio en el mundo, con su inteligencia y trabajo han demostrado su alta capacidad, no tenemos miedo de venir a Cuba, este país y su gente son fantásticos", añadió.
Stenson participó en el Congreso Internacional de Ortopedia que tiene lugar en el Centro de Convenciones Plaza América, de la ciudad balneario de Varadero, al que asistieron alrededor de 300 delegados de unos 10 países.

Tuesday, September 19, 2006

Comienza hoy el Congreso Ortopedia 2006 en Varadero

El XVIII Congreso Internacional de la Sociedad Cubana de Ortopedia y Traumatología, "Ortopedia 2006", inicia hoy sus actividades en el Centro de Convenciones Plaza América de Varadero, en Matanzas.
Unos 340 delegados cubanos provenientes de todas las provincias y más de 40 eminentes personalidades de la ortopedia mundial se dan cita desde este martes y hasta el próximo sábado para profundizar en aspectos científicos de esa especialidad médica e intercambiar experiencias.
Entre los profesores invitados se encuentran los doctores Maurice Hisenkamp, de Bélgica, secretario general de la Sociedad Internacional de Ortopedia y Traumatología (SICOT); Chadwick F. Smith, de Estados Unidos, presidente de la SICOT; Carlos Álvarez y Mario Castellanos, de México; el doctor Arlindo J. Pardini, ( BrasilSyed Muhammad, de Pakistán, y Hans Husum, de Noruega.
Hoy y mañana se desarrollarán los cursos pre-congreso, en el salón plenario, el de este martes acerca de la osteoartritis de la rodilla y el de mañana sobre los fijadores externos en Cuba, país que está a la vanguardia en la aplicación de esa técnica en América y todo el mundo.
Durante el jueves y el viernes se llevarán a cabo sesiones científicas en varias salas del Centro de Convenciones, y en la mañana del sábado todos los participantes confluirán en el salón plenario a fin de participar en un Simposio sobre Desastres Naturales.
De especial interés resultarán los debates acerca de la ortopedia y traumatología en los desastres naturales, si se tiene en cuenta que alrededor del 90 por ciento de las personas afectadas por catástrofes requieren asistencia ortopédica, fundamentalmente con lesiones de miembros inferiores.Allí se valorarán las experiencias de especialistas cubanos que participaron en la atención a las víctimas del terremoto en Pakistán, ocurrido en octubre del pasado año, y las soluciones médico quirúrgicas aplicadas en situaciones extremas y condiciones climáticas muy adversas. El doctor Rodrigo Álvarez Cambras, quien preside el comité organizador de este encuentro, encabezará los cursos pre-congreso de los dos primeros días del evento y la ceremonia de inauguración oficial que se desarrollará en la mañana del jueves próximo.

Thursday, September 14, 2006

Relato de la nueva gran batalla de Fidel



CON LA PASION DE SIEMPRE HABLO DE CHAVEZ, DE LA MEDICINA CUBANA... Y DE SU PROPIA MUERTE.



El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz recibió al mediodía de hoy al Presidente de la Comisión de Recursos Naturales y Medio Ambiente de la Cámara de Diputados de la República Argentina, Miguel Bonasso, quien se encuentra en Cuba como representante personal del Presidente de su país a la reunión del Grupo de los 15, la cual sesionará mañana en ocasión de la XIV Cumbre del Movimiento de Países No Alineados.
El líder cubano mostró cómo evoluciona su recuperación en el encuentro con el diputado argentino. También elogió a Hugo Chávez por su lucha para ingresar al Consejo Permanente de la ONU y por aliarse a sectores medios para “hacer los cambios democráticamente” y mostró su preocupación por terminar de editar sus memorias en vida.

Por Miguel Bonasso
Desde La Habana

Me había preparado para verlo, pero la realidad fue mucho más fuerte. Incluso le llevaba de regalo un ordenador de viaje. Es decir una suerte de cartuchera de cuero argentino, que en su interior tiene espacios predeterminados para papeles, tarjetas, pasaje, pasaporte, anotaciones varias, todo lo que necesita un viajero. Sé muy bien que Fidel Castro no lleva tarjetas de crédito ni dinero en sus travesías por el mundo, pero el modesto presente encerraba un mensaje subliminal: “Espero que pronto esté bien para volver a viajar”.
Pero una cosa es lo que uno imagina, teme, desea, y otra bien distinta el hecho en sí. De pronto el llamado telefónico: “Esté a tal hora en tal lado”. Y nada más. Podía ser que lo viera personalmente o podía ser que me encontrara con algunos de sus hombres de confianza en una reunión preparatoria. No podía creer en mi buena suerte: era el primer invitado a la Cumbre del Movimiento de los No Alineados que tenía el privilegio de ver al Comandante en su recuperación, como ya lo habían visto antes de la Cumbre Hugo Chávez y Evo Morales.
Estaba tan aturdido que olvidé hasta una elemental libreta de notas por si tenía la suerte suplementaria de que me hiciera una declaración.
Pero al llegar a la cita supe que lo vería. Con sus colaboradores más cercanos recorrí el pasillo como en un travelling cinematográfico donde el visitante ve intensificarse la realidad a medida que avanza: al comienzo los hombres de su custodia vestidos de verde oliva, luego su médico personal siempre derrochando bonhomía, al final del largo corredor un trío compuesto por dos mujeres y un hombre alto, los tres de guardapolvo blanco. ¿Médicos, enfermeros? Por fin una señora muy amable que me introdujo en la habitación. Un cuarto austero, blanco, totalmente despojado de adornos. Fidel, que estaba sentado en una cama, con una mesa blanca y móvil por delante, se puso de pie para darme un abrazo.
Vestía una bata color vino y un pijama haciendo juego y, por suerte, era el Fidel de siempre. Más delgado, es verdad, pero no tanto como lo habían mostrado unas fotos recientes.
“Perdí cuarenta y un libras –me recordó–, pero estoy recuperando peso. Ya casi la mitad de lo que perdí.”
Muchos kilos para quien ya parecía un hidalgo español de prosapia cervantina y ostenta ahora un perfil quijotesco.
Nos sentamos para charlar. Eran las once y media de la mañana habanera de ayer y afuera reverberaba la canícula. El nudo que yo traía en la garganta se aflojó de golpe: puede sonar increíble, pero Fidel estaba tan lúcido y filoso como siempre. El mismo tono confidencial de conspirador que el oyente debe desentrañar, las mismas señas misteriosas o las acentuaciones gestuales de algún hallazgo verbal, alguna orden a sus colaboradores en voz bien alta, para demostrar que puede regresar a la oratoria en cualquier momento.
“Ves”, subrayó. “Puedo hablar en voz bien alta si quiero.”
Pasó un rato largo antes de que me hiciera la confesión que carga de peso existencial esta nota. Arrancó como siempre, apasionado por los hechos colectivos, políticos, poniendo lo personal en un tercer o cuarto plano de sombra. Estaba entusiasmado con el hecho de que Venezuela gane la batalla para ocupar un sitial en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. “Genio y figura”, pensé. El tránsito por la enfermedad y la presencia cierta de la muerte no han disminuido un ápice la intensidad de sus sueños y obsesiones.
“No van a poder bloquear el ingreso”, aseguró. Y subrayó que su gran amigo Hugo Chávez Frías se ha convertido en un líder mundial. “Chávez ha ido creando un modelo indestructible. No es portador de un socialismo extremo, sino realista. Indiscutiblemente va a tener éxito en crear un gran partido que reúna y represente a todos los revolucionarios venezolanos. Los diversos partidos que lo apoyaban han respondido bien a su convocatoria para lograr la unidad. Además –agregó– ha prometido realizar todos los cambios democráticamente, consultando al pueblo. No es extremista. Ha prometido cooperar con las capas medias y el respeto y la colaboración con las empresas privadas que acaten los principios de la revolución. Además ha desarrollado programas sociales que no tienen paralelo en el mundo y que lo convierten en un líder imbatible. Pienso que un pueblo tan saqueado como el venezolano merece este cambio. Y veo con alegría el impulso hacia la integración de América latina, en la que Venezuela será un ejemplo de lo que se puede hacer cuando un país pone sus recursos al servicio del pueblo. Chávez no sólo usa bien esos recursos sino que los multiplica con medidas fiscales que antes no se tomaban.”
Después abordó el tema de la “Operación Milagro”, uno de los programas de salud que más lo apasiona. Y lo hizo con la misma intensidad de siempre. Como si no hubiera pasado por el filo de la navaja dejando en terrible suspenso a millones de personas. Recordó que en apenas dos años, unos 400 mil latinoamericanos habían sido operados de cataratas, pterigium y otras enfermedades de la vista con la nueva técnica oftalmológica desarrollada por los médicos cubanos. Y que todas esas operaciones, muchas de las cuales se habían llevado a cabo en Cuba, habían sido gratuitas, en beneficio de los latinoamericanos más pobres.
Al rato Fidel me ofreció más café, mientras nos sacaban un montón de fotos. Con su sempiterno entusiasmo, me comentó admirado: “Son increíbles estas cámaras digitales”.
Nos íbamos acercando a la confesión. Sobre la mesa había un libro voluminoso. La portada sobria, bien realizada, anunciaba Cien horas con Fidel. Y abajo: “Conversaciones con Ignacio Ramonet. Segunda edición. Revisada y enriquecida con nuevos datos”.
Algunos meses antes había visto con inocultable envidia la primera edición de esa megaentrevista en la que el líder cubano pasa revista a su vida y a la historia mundial que lo destaca como uno de sus principales protagonistas. En junio último, el Comandante me había mostrado sus correcciones manuscritas a las respuestas de la primera edición. Las preguntas de Ramonet, obviamente, habían sido respetadas por el entrevistado. A fines de julio, cuando volví a verlo en Córdoba, viajaba acompañado por las pruebas de página, en pleno proceso de revisión y aumento. Pero nunca hubiera imaginado lo que ocurrió tras la operación del 27 de julio.
“Lo seguí corrigiendo en los peores momentos –musitó–. No paré de corregirlo. No creas que lo hice cuando mejoré. Desde los primeros días. Y lo hice no sólo por su contenido sino porque le había prometido al pueblo que lo revisaría antes de publicarlo. Así que pasé muchas horas dictándole a Carlitos (Valenciaga, su secretario). Muchas horas.”
Entonces me miró, con los ojos muy abiertos y esa expresión como de asombro que le redondea la boca cuando tira un dardo decisivo, para aclarar en un tono profundo, pero despojado de énfasis y dramatismo:
“Quería terminarlo porque no sabía de qué tiempo dispondría”.
La sombra del gran límite, de la imposibilidad de toda posibilidad, anidaba todavía en el fondo de la mirada como un fondo de café. Comenté:
“Otra gran batalla”.
Asintió en silencio y agregó:
“Estas cosas te las cuento como amigo y escritor”.
Después se excusó de no poder regalarme el libro por razones protocolares, hasta entregar una copia a los jefes de Estado que concurren a la reunión del Movimiento de No Alineados. A nuestro lado, el infatigable Carlitos Valenciaga –el joven colaborador que leyó la histórica proclama sobre el traspaso de poderes– ponderaba algunas incorporaciones a esta nueva edición aumentada:
“Hay cartas inéditas a Sadam Hussein recomendándole que se retire de Kuwait. Las cartas a Nikita Kruschev contextualizadas”.
Sobre la mesa blanca había también un folleto reproduciendo la portada del libro con la siguiente leyenda: “Capítulo 24 - Los sucesos de abril de 2002 y otros temas de América latina”.
“Está traducido a nueve idiomas”, aclaró Valenciaga. Pedí uno para reproducirlo como anticipo en Página/12, después que se le entregara a los jefes de Estado. En particular a dos amigos fieles que el Comandante aguarda con impaciencia: Chávez y Evo Morales. En ese capítulo 24, además de las intimidades del fallido golpe contra Chávez, el lector encontrará interesantes reflexiones sobre los militares nacionalistas y progresistas de América latina, como Omar Torrijos, Juan Velasco Alvarado o el propio Juan Domingo Perón. Y referencias agudas a la derrota de Carlos Menem y el triunfo de Néstor Kirchner en 2003.
Se acercaba el momento de la despedida. La charla se había prolongado durante hora y media. Fidel señaló el modesto televisor que tenía frente a la cama (nada de plasma ni equipo estereofónico) y comentó:
“La tele está cada vez más violenta. Todo es de una violencia extrema. Todo es publicidad y violencia. Desde las ficciones hasta los noticieros internacionales”.
Le dije, con total sinceridad, que me iba muy contento de verlo tan bien.
“Todo en su justo medio”, advirtió, mientras me daba un apretón de manos. “No hay que olvidar que la máquina a reparar ya tiene ochenta años.”

Fuente: http//www.pagina12.com.ar