La Salud en Cuba

Tuesday, October 31, 2006

De vuelta a la vida



Una niña que tuvo todos sus sistemas vitales al punto del colapso. El optimismo del doctor Omar y su equipo. Agradecimiento sin límites. Historia del día a día en cualquier hospital pediátrico de Cuba.


La hinchazón del cuerpo apenas dejaba imaginar la silueta esbelta y el carácter habitualmente risueño e inquieto de la pequeña de cabellos rubios y rizos, traída con urgencia al Hospital Pediátrico William Soler, en Ciudad de La Habana. La fiebre no cedía; su sistema inmunológico estaba en quiebra.

Aquejada de una enfermedad viral, la niña residente en el municipio de Güines había sido atendida con esmero y profesionalidad en su pueblo natal y en otra instalación hospitalaria de la capital, pero su estado de salud seguía en declive. Comenzó a sangrar abundantemente. Sus pulmones, hígado, sistemas renal y digestivo, y hasta el corazón, amenazaban con no funcionar más.

Aunque entrenados para asistir a enfermos graves, los doctores de la sala de terapia intensiva del William Soler, remodelada y dotada de modernos medios, también tenían ante sí "un caso difícil". El diagnóstico y los pasos a seguir ante cada complicación de la paciente necesitaban el auxilio –como ocurrió– de otros especialistas procedentes del aledaño Cardiocentro (especializado en Pediatría), del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí y del Instituto de Hematología.

Varios médicos que la habían asistido en Güines y en el capitalino hospital Aballí, tampoco dejaban de preocuparse por la menor.

Durante días nadie pudo decir con certeza cuál sería "la evolución" de Isis Leidys Tieles Yorki. No solo tenía en contra el agravamiento de la infección viral; la artritis reumatoidea y su padecimiento por hemoglobina inestable hacían más complejo el tratamiento.

Sin embargo, el doctor Omar López, el jefe de la sala de terapia intensiva, nunca se sintió desanimado. Dicen sus colegas, incluido el Director del Hospital, que esa es su mayor virtud como médico: el optimismo, "porque no es solo un excelente profesional, empeñado siempre en el estudio; tiene don para inspirar ánimo, y esa fe le ayuda a encontrar soluciones audaces a la hora de salvar vidas".

Graduado en 1980 y padre de cuatro hijos, Omar dirige desde 1993 los servicios de terapia intensiva del pediátrico William Soler. Para él, la posibilidad de la muerte está siempre ahí, "entonces me digo, y le pido a los compañeros, vamos a luchar por la vida, que este niño o esta niña no se nos puede ir".

Isis mejoraba algo y volvía hacia atrás, recuerda el galeno. "Durante días la mantuvimos viva con un equipo de respiración artificial; la disfunción de su sistema renal nos obligó a practicarle una diálisis peritonial. Los trastornos en la coagulación y la salida de sangre por distintas partes del cuerpo, tampoco cesaban. No respondía a los medicamentos. En medio de esa crítica situación, comenzó a disminuir la frecuencia cardiaca".

Cuando a Isis le empezó a fallar el corazón, ilustra, solo tuvimos que buscar rápidamente al doctor Osores para que hiciera el examen; el equipo (un ecocardiógrafo) está ubicado permanentemente en nuestra sala. En casos como ese, la pérdida de un minuto puede conducir a un desenlace fatal. Por eso, comenta, valoramos tanto la decisión del Comandante en Jefe de mejorar y ampliar el equipamiento de los centros de Salud en todo el país.

Yunisleisi Yorki Frómeta, la madre –una joven de 22 años de edad, oficinista en la Empresa Municipal de Comercio, en Güines–, cuenta con sobresalto los momentos más aciagos, "cuando pensé que mi hijita se me moría. Tenía los ojos en blanco, las manos y los pies muy fríos, y hasta la cara inflamada. Me sentí sin fuerzas, con la esperanza perdida; tuve que salir un rato al pasillo y dejarla con mi mamá. Si fuera en otra parte (alude a las realidades de otros países), la niña no se hubiese salvado. Mi agradecimiento a los médicos y a las enfermeras es infinito".

La menor rebasó los peligros mortales luego de 15 días de ingreso. Su familia disfruta la recuperación con alegría inmensa. Ya no es preciso mantenerla en terapia intensiva; aunque, para asegurar su total restablecimiento, todavía permanece hospitalizada en el William Soler.


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